miércoles, 29 de agosto de 2007

El trabajo redime, santifica, humaniza...

Hoy tuve la maravillosa oportunidad de trabajar como albañil en una construcción. Y aunque había hecho pequeños trabajos de ese tipo, nunca con tanta intensidad como hoy.
Fue duro e interesante a la vez. Prácticamente estuve toda la mañana compactando tierra y batiendo concreto. El arma: la pala. El resultado: una gran cantidad de ampollas en las manos. Pero lo hice con gusto y sin descansar. Al final el cansancio, el esfuerzo, la tarea terminada y todo el sudor y la suciedad acumulada me hizo crecer.
Pude ofrecer ese esfuerzo como una de las mejores jornadas de oración que he hecho. Lo hice por las intenciones que me ocupan desde hace rato y por mí. Para crecer en una voluntad firme que haga dominar mis pasiones y someterlas a la voluntad de Dios.
En conclusión: el trabjo bien hecho redime, santifica, humaniza.
PD.
También pensé en la terrible experiencia de los pobres albañiles que no son remunerados como debieran, al hacer trabajos tan duros como éste.
Sirvan estas palabras como un homenaje a mi Padre, que trabaja en este rubro y que será siempre para mí el más grande de todos los héroes.

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Motivación

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Desde 1996, un faro en mi navegar por el mundo